Thakhek, un nuevo cambio de planes

Cuando uno viaje, nunca sabe qué va a hacer hasta que lo hace. Y eso pasó en Thakhek, donde pensaba que iba a dar una vuelta en moto y acabé en una cueva de 7 kilómetros metiéndome en el agua hasta la rodilla. Eso sí, valió la pena y mucho.

110.000 kips es el precio que vale de ir a Vientián a Thakhek. Qué locura. viendo el tema pensé que seguro que podía conseguir algo por 80.000, pero cuando pregunté, todo el mundo ponía cara larga, dejaba de mirarme y me invitaba a largarme. Salvo uno, que me dijo, “Igual en la estación”.

¿Cuál es la trampa? Como ya deberíais saber, aquí las estaciones están todas a años luz de la ciudad, así que ir hasta allí me iba a costar un dinero. 40.000 kips, para ser exactos, que es lo más barato que encontré. Así que entre unas cosas y otras, te compensa coger el billete caro, porque es más o menos -en este caso menos- lo que te vas a gastar entre ir y comprar tu billete.

Y así fue, cuando llegué me cambiaron mi billete por el billete del bus, y ponía el precio claramente: 80.000 kips. Era un bus local y aparte de mí sólo había una rubia de 1’80 con otro chaval. El viaje, que originalmente duraba 5 horas, se alargó hasta las 7 y pico -una vez más, la paradoja espacio-temporal del sudeste asiático-, y nos plantamos en Thakhek de noche, y por supuesto, en una estación alejada del centro. Me acerqué a los dos farangs y les pregunté sobre sus planes. El tío, me contestó con un acento inconfundible.

-¿De dónde eres?

-Spain

-A mis brazos!

Era Dani, almeriense, y él y la chica -Canadiense- habían tenido un par de días de esos que es mejor olvidar. Negociamos un tuktuk para encontrar dónde dormir ya que, un colega que iba a ir a recogerlos, no estaba allí. Normal, si íbamos dos horas tarde.

El caso es que nos llevaron en tuktuk y paramos a comer antes de buscar dónde dormir. La chica fue la más acertada y pidió un “Beef Steak” con una pinta que alucinas. Yo que ya voy un poco a reducir gastos -después del disparate que ha tenido que ser tantos días saliendo, que no lo sé, porque ya lo de apuntar lo que voy gastando lo veo muy lejano- me pedí algo baratucho pero me quedé con ganas de probarlo.

Así que una vez acabamos nos pusimos a buscar un lugar donde dormir. El primero nos pedía 150.000 kips y nos reímos en su cara antes de irnos, pero el caso es que Thakhek no está tan lleno de guesthouses como uno podría esperar.

Buscando, me encontré a unas chavalas bebiendo en lo que parecía una casa, pero fuera, en una mesita. Insistieron mucho en que me quedara a ponerme ciego a cerveza con ellas pero como tenía a estos dos conmigo, preferí centrarme en encontrar un sitio donde pasar la noche.

Así que al final llegamos a International Guesthouse, donde podíamos dormir los tres por un precio asequible: 40.000 la doble y 50.000 la single, una habitación rosa que desde el primer momento tenía dueña. No era ni el mejor ni el más limpio y había bichejos, pero bueno nada que pique ni que haga nada.

En la cena, estos dos chavales me hablaron de que iban a Kong Lor, una de las cuevas más grandes y espectaculares de todo Laos.

Mi plan en Thakhek consistía en alquilar una moto y hacer The Loop, un recorrido de varios días en los que te encuentras pequeñas villas y paisajes muy bonitos. Pero siendo sinceros, después de mi último episodio sobre las dos ruedas, mis ganas de volver a disfrazarme de motero están al mínimo por lo que preferí pasar de este plan e irme con ellos.

Al chaval le habían contado que la cueva está como a media hora de Thakhek y decidimos que lo mejor era ir allí dejando las mochilas en el guesthouse, y volver por la noche a por ellas.

MAL

No sólo la cueva estaba en realidad a tres horas -lo cual ya hizo que me pusiera muy nervioso sobre mis pertenencias- sino que el camino es precioso y hay un pueblo al pie de la misma, que tiene un ambientillo genial, es muy tranquilo, y hubiera sido perfecto para descansar un par de días antes de seguir al sur. Cada vez más voy notando que mis ganas de seguir moviéndome sin parar se van gastando y me apetece más pararme y hacer un poco el vago antes de seguir.

La cueva, sin ser de las más espectaculares que he visto -y ya llevo unas pocas- sí que es la más grande: Es un camino de unas 2 horas y pico en longtail -110.000 kips, 10 eurazos, más lo que te cuesta llegar allí- pero impresiona. De vez en cuando hay que bajarse del botecito para ver pequeñas formaciones o para ayudar a que pase algún obstáculo, pero el agua está fresquera y no te mojas mucho.

A la entrada de la cueva hay una zona para bañarse -ay, mi bañador, por qué no te llevaría conmigo- y otra para pescar -si la viera mi padre- y el viaje, que consiste en ir, parar, y volver, tiene un pueblecito lleno de casitas para comprar bebidas antes de la vuelta. En resumen, gastamos unos 20 euretes entre ir de Thakhek a la cueva, estar allí, comer, y volver. Barato la verdad, aunque mucho tiempo de viajes y muchas prisas por volver a por nuestras mochilas. Como os digo, lo mejor es llegar hasta el pueblo al lado de la cueva y pasar allí un par de días entre paisajes preciosos y montañas kársticas espectaculares.

Pero la vuelta nos salió redonda para llegar a Thakhek y coger el bus nocturno hasta Pakse. Mi plan de hacer The Loop ya no me llamaba mucho y aún así en Pakse está el verdadero motivo para coger una moto: Bolaven Plateau.

Cuadernos de Viaje