Y llegamos al final del viaje. Los últimos dos días fueron a la vez intensos y relajados. Intensos, porque aún había mucho que ver, pero relajados porque sabíamos que estábamos a las puertas del final y había sido un mes muy muy intenso.

Lo primero que hicimos el día 30 fue ir a los Faros de Fuencaliente, que tienen unas vistas impresionantes mirando al mar.

Faros de Fuencaliente Sin título

Desde ahí fuimos al Volcán Teneguía, donde hay una pequeña pateada chiquitita en la que puedes llegar hasta la cima.

Volcán Teneguia Volcán Teneguia

El viaje en coche había sido un pelín largo y además nos perdimos, así que pronto llegó la hora de la comida. Comimos en el restaurante Casa del Volcán. Nos trataron estupendamente y el camarero que nos atendió me cayó genial, muy buena gente en un lugar con muy buena cocina.

Restaurante Casa del Volcán

Tras un estupendo menú, nos dirigimos a la Bodega Juan Matías Torres, una bodeguita muy pequeña con algunos vinos muy especiales. Tienen una edición especial de 500 botellas, cada una con una etiqueta única hecha por la propia dueña de la bodega, que también pinta.

Bodega Juan Matías Torres

Para coronar nuestro viaje, nos recomendaron que fuéramos a Puerto Naos a ver su atardecer, que nos dejaría sin palabras. Lo cierto es que era muy, muy bonito, los atardeceres Canarios son sobrecogedores.

Atardecer en Puerto Naos

De nuevo, volvimos a nuestro alojamiento en Santa Cruz de La Palma, a por nuestra última noche en las Islas. Por la mañana, un paseíto por Santa Cruz antes de volver al aeropuerto, un café en su calle principal, y un vistazo a sus balcones típicos fueron nuestras actividades antes de coger el coche y el avión para volver a la realidad, tras un mes en un paraíso, la vuelta a casa sería dura.