Sorprendidos por la lluvia del día anterior, el día 24 no sólo iba a llovernos, sino que también disfrutaríamos de bastante niebla.
Lo que hicimos fue simplificar: Nos dirigimos a Tamaduste, un pequeño pueblecito del sur muy tranquilo.
Comimos en El Bimbache, un pequeño restaurante que nos quedaba súper cerca del aeropuerto. Esperábamos un restaurante pequeño de cocina típica, y nos sorprendieron con unos platos espectaculares.
Pero la aventura estaba a punto de empezar.
El plan original era sencillo: cogemos un avión a Tenerife Norte, y otro a la Gomera. Fácil, sencillo y para toda la familia, pero las cosas no siempre son como queremos que sean, y a nosotros nos tocaría llegar por el camino más largo.
La verdad es que sí, cogimos el avión a Tenerife y sí, llegamos sin problema. Sin embargo a la hora de coger nuestro segundo avión, el temporal no estaba por ayudarnos. La compañía nos derivó a un traspaso de islas en barco. Sólo había un problema: el barco salía a las 7, eran las 6 y 15, y se tarda una hora en cruzar la isla de norte a sur, es decir, desde el aeropuerto en el que estábamos, hasta el puerto donde queríamos llegar. Pocas veces esas carreteras han visto tantos taxis correr tanto y tan pegados, pero finalmente conseguimos coger el barco y llegar a La Gomera.