Era el tiempo de La Gomera, y yo estaba encantado.

Comenzábamos el día en el Parque Nacional de Garajonay, que en los espacios en los que la lluvia nos daba un respiro, la luz entraba de un modo mágico entre las hojas de los árboles y creaba una atmósfera única.

Parque Nacional de Garajonay

Comimos en el Restaurante de Laguna Grande, que está en medio de un entorno natural precioso, lo que le permite tener unas vistas estupendas las ventanas de su comedor.

Restaurante Centro de Laguna Grande

Por la tarde y aprovechando que la vuelta la podíamos hacer por donde habíamos venido o continuando la misma carretera, aprovechamos para visitar algunos pueblos del norte de la Isla y a pasear por ellos. Vimos Vallehermoso y Agulo, y por último volvimos a Hermigua, donde estaba nuestro alojamiento.

Agulo

Cenamos en el Restaurante El Silbo, un restaurante chiquitito, acogedor, de exquisita comida y atención en Hermigua. La dueña, Doribel, nos acompañó en la cena, una mujer amable y muy graciosa que nos amenizó la noche.

Restaurante el Silbo

El día fue duro y estábamos cansados, así que volvimos a nuestra “casa” de esa noche: El Hotel Ibo Alfaro, un hotel rural un poco apartado, muy tranquilo. Un gustazo de sitio:

Hotel Rural Ibo Alfaro