Saliendo de Koh Lanta y de camino a Kao Sok

Adiós Koh Lanta. Siempre te recordaré con una sonrisa.

He estado viendo precios y el tema de ir a Koh Lipe se me va un poco de presupuesto. Pastón llegar, y más pastón volver, además estoy un poco desgastado de tanta agua salada ya.

Así que lo que he hecho ha sido comprar un billete a la chica que me ha alquilado la moto -que me ha hecho un descuentillo porque me he dejado buena pasta en su local- y me ha dejado el billete de Koh Lanta a Kao Sok por 650 Baht. No está mal, teniendo en cuenta que hace dos días me decía que valía 900.

Pero bueno, como hay que hacer que cada día cuente, hoy he querido tomarme otro día de arena-remojo y me he buscado una playa larrrrga y alucinante llena de guapazas en la carretera Oeste, más allá de Long Beach y de Kloh Kong Beach.

Con el nombre de la playa no me he quedado, con lo que sí me he quedado es con los pies ardiendo al meterlos en la arena, que debía estar a punto de fundirse como magma volcánico. Qué solera.

En la playa hay tumbonas y sombrillas para los clientes de los bungalows que están en primera línea. Pero como ellos no las estaban usando, he pensado que es un crímen no aprovechas unas tumbonas tan bien colocadas, así que he estado aprovechando una durante un rato antes de meterme al agua.

Y así se ha pasado la mañana, entre cuerpazos entrando y saliendo del agua y yo haciendo lo mismo.

Para comer, eso sí, he querido despedirme con un gustazo y me he ido al restaurante de Sunset Viewpoint, el de la playa, a comer. Y aunque estaba bueno, las raciones no eran muy impresionante, y encima un poco caro. Eso sí, las vistas son imbatibles.

Y antes de ir a devolver la moto y comprar el billete, he querido hacer un último atardecer. Para despedirme. Y genial hasta que han aparecido tres chavales que no han dudado en ponerse en medio de mi encuadre para hacerse selfies a tope, hasta que ha aparecido la estela de un avión en el cielo. Les ha flipado. Tanto que le han hecho otras 800 fotos como se han hecho ellos.

Y así, entre foto y foto, se extinguía el atardecer tras ellos, y mi tiempo en Lanta, también.

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